El bruxismo es un movimiento de los músculos que sucede de forma incontrolada e inconsciente durante la noche, y puede provocar problemas dentales y mandibulares, entre otros síntomas.
Es bastante frecuente que el bruxismo afecte a niños, lo que se conoce como bruxismo juvenil, siendo una forma de desarrollo natural de los dientes, músculos y huesos faciales. Suele desaparecer alrededor de los 20 años. Pero no solo le sucede a los niños, sino que en los adultos también suele estar presente, siendo como principal causa el estrés y la ansiedad.
En muchas ocasiones, los pacientes que sufren bruxismo desconocen que lo padecen, pudiendo detectarlo en una revisión dental o debido a que alguien de su entorno escucha el ruido al rechinar los dientes y se lo comunica al paciente. Se puede observar en los casos de bruxismo un desgaste de los dientes, tensión muscular, dolor en la articulación temporomandibular, dolores de oído y cabeza, ruidos al abrir la boca, dificultad para masticar, e incluso inflamación de encías y movilidad de los dientes.
Para tratar eficazmente el bruxismo, se aconseja seguir unos hábitos de vida saludables, intentar reducir el estrés y buenos hábitos de sueño.
En los pacientes con bruxismo se intentará minimizar los efectos a través de férulas de descarga durante la noche, que además ayudan a solucionar los dolores de cabeza, oído, mandíbula, etc., y en casos más extremos se pueden usar fármacos.
Diagnosticar precozmente el bruxismo evita que con el tiempo la dentadura pueda sufrir desgaste de forma prematura, problemas en el sistema masticatorio, debilidad de encías y tensión muscular.
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